La vivencia de correr un maratón va mucho más allá de la simple carrera. Es
una larga sucesión de acontecimientos que hace que la prueba en si sea uno de
los acontecimientos sobre los que pivota la vida de un corredor durante
semanas.
Hemos de reconocer que en general somos muy flipados con este tema y que de
tanto correr en ello magnificamos el acontecimiento en si a dimensiones épicas,
y hay que reconocer que eso MOLA UN PUTO HUEVO. Nos pasamos imaginándonos y
visualizando momentos épicos durante semanas y eso es impagable, ya que nos
genera grandes momentos personales muy íntimos, muy satisfactorios y gratis.
Esos momentos de estar entrenando e imaginar esa entrada en meta logrando
nuestro objetivo, imaginándonos como entraremos, la música de fondo, la familia
animando, las lagrimas en los ojos.... Y eso solo entrenando. Yo he tenido
momentos tan vividos en los entrenamientos de hacérseme un nudo en la garganta
de lo potente de la sensación.
Luego uno de momentos previos más guapos de la liturgia runner, que por lo
que comento con los amigos a todos nos gustan mucho, es el momento feria del
corredor y recogida del dorsal. Normalmente en grandes espacios repletos de
corredores, muchísima gente en haciéndose fotos, llegando en grupos, el
consultar las listas para ver nuestro numero, la retirada de la camiseta y la
bolsa del corredor, son momentos intensos ya que estamos rodeados de un
ambiente muy atlético y porque sabemos que todos los que están allí tienen
sensaciones similares a las nuestras, un ambiente muy de hermandad, de
comunidad.
Aparte por supuesto del paseo por la feria toda llena de zapatillas stands
de otros maratones por todo el mundo, marcas, tiendas, recuerdos, merchadising,
zona de fotos, y un larguísimo numero de actividades runner. Siempre que voy a
una buena feria del corredor salgo de buen humor.
Luego esta mi preferido, que el momento salida, cuando estamos todos hombro
con hombro ya de corto esperando que de una puta vez suene el disparo y nos
pongamos al lio. Esos momentos previos a mi me parecen la leche, la
concentración de los corredores, los saltitos, los que levantan las manos
porque así creen que pillaran antes la señal del GPS.
Es un momento en el que me gusta mirar a mi alrededor y ver literalmente
cientos de caras todas fijas en un mismo punto y sabiendo que todos estamos a
la espera de lo mismo, para saber qué es lo que se sienta hay que esta hay, y
si encima puedes hacerlo rodeado de algún amigo no hay nada mejor. Algunos de
los abrazos más sinceros y llenos de sentimiento los he tenido hay en ese último
momento antes de empezar una carrera.
Y luego está la llegada a meta, y este creo que es uno de los momentos más
sobrevalorados del maratón. Será porque siempre llego follado a meta y no tengo
fuerzas para expresar o sentir nada que no sea el irresistible deseo de parar
de correr y recuperar. Ya luego si, cuando te das cuenta que has llegado que lo
has conseguido, pues si, pero vamos la meta suele ser un momento bastante solitario,
esos metros entre la meta y los primeros puestos de recuperación son de vacio
mental y corporal hasta que se empieza a recuperar el control completo del
cuerpo.
A pesar de todo y por todo esto, correr un maratón mola mucho por todo lo
que nos da y todo los que nos deja en el zurrón personal. Creo que por eso la mayoría
de nosotros repetimos. Y seguiremos repitiendo hasta que el cuerpo aguante. :D
Gracias por escribir, se me ha hecho un nudo en la garganta recordando las sensaciones que vivimos los runner's en nuestras carreras.
ResponderEliminar