jueves, 26 de febrero de 2015

Correr como salvavidas ante las nuevas realidades sociales




Esta mañana al salir a correr me he puesto a pensar un poco en las razones del boom del running y de cómo en esta época de crisis el crecimiento y la afición por este deporte se ha disparado hasta cotas que ni los más optimistas esperaban que pudiesen ver nunca.

Las ventas de zapatillas y material deportivo en España llevan creciendo con 2 dígitos desde hace años y esto parece que no tiene fin, las carreras agotan sus dorsales meses antes de la fecha y ya no hay nadie que no tenga varios amigos que practiquen este deporte.

Así que en base a todo esto me he puesto a pensar cuales pueden haber sido las razones para que haya podido a pasar esto, pero para reponder a esto me he centrado sobretodo en pensar en porque corro yo, en que es lo que me aporta a mi el correr y porque he abrazado esta "religión" de forma tan ferviente.

Al presentármelo de esta forma me he dado cuenta que realmente existen esas dos vertientes a la hora de entender el fenómeno del running. Por un lado está la vertiente de lo que supone para el corredor y por otro lado está el aporte que produce.

Creo que la coincidencia de la crisis con el boom del running no es ni mucho menos casual. La crisis produce muchas carencias anímicas, muchas desconfianzas y muchísimos problemas de depresión y falta de autoestima. Y creo que correr como deporte aporta un escudo mental frente a muchos de esos problemas, ya que desde el punto inicial de no poder correr del individuo sedentario, descubriremos que si disponemos del tesón y la firmeza necesaria podremos hacerlo.

Correr es un camino largo lleno de hitos y logros. El primero de ellos es ponerse las zapatillas y vencer a la pereza, luego los primeros kilómetros sin parar, el correr 10 km, el salir a entrenar 4 o 5 días a la semana. Da igual la parametrización y la dimensión del reto que tengamos por delante, todos son alcanzables poco a poco, y eso hace que obtengamos pequeñas y constantes victorias personales que nos hacen sentir bien, que nos hacen sentir mejores y que nos convencen de que podemos con todo.

Por eso creo que la coincidencia de la crisis y el correr no es casual, ya que salir a correr es el arma que hemos utilizado para no volvernos locos, para combatir esos malos momentos y para regalarnos a nosotros mismos las pequeñas victorias diarias que la vida nos ha ido negando.

Y la verdad es que corriendo me ha parecido que esto tenía bastante sentido, porque por lo menos para mí sí que ha supuesto una gran barrera mental para combatir muchos momentos de presión laboral y vital producidos por la crisis.

Pero corriendo mis pensamientos han seguido volando y me han llevado a plantearme que correr ha supuesto algo más. Correr se ha convertido en mi religión, se ha convertido en un templo privado en el que me refugio y me recojo para pensar en mis cosas llevándome a tener pensamientos como este.

Me lleva a alegrarme de las cosas buenas que hago y me lleva a arrepentirme y a reflexionar de las cosas malas que hago, o a de las que dejo de hacer. Me rindo cuentas a mí mismo, pero de forma bastante ritual.

Es posible que la gente que no esté acostumbrada a realizar tiradas largas (más de una hora) los fines de semana no entienda del todo esto. Pero el ritual del fin de semana de salir a correr temprano y saber que tienes por delante bastante tiempo corriendo hace que tengas que organizarte los pensamientos. Y es un ritual muy parecido al de ir a misa, pero solo y a tu aire.

Yo hace años que no voy a misa si no es por una boda o un bautizo, pero mi educación católica me hace tener un planteamiento vital específico, así que en cierto modo me he dado cuenta que gracias a correr he sustituido esos ritos católicos de fin de semana por mis propios ritos. Aunque pueda parecer raro, correr se ha convertido en mi religión.

Entiendo siempre religión como el conjunto de ritos que uno sigue para poder conectarse y hablar con el plano más espiritual de su existencia, sea cual sea su creencia.

Y creo que esto también ha sido una de las razones por las que el running ha eclosionado en la sociedad actual. Una sociedad carente, en líneas generales, de creencias, de ritos y de costumbres que está creando sus propios nuevos ritos para reencontrarse.

Está claro que esto no es más que una paja mental que ha florecido en un rato corriendo y que me ha servido para generar una entrada más en el blog, pero no creo que este fallando demasiado.

Vosotros que pensáis? Correr supone para vosotros alguna de estas cosas?

1 comentario:

  1. Yo creo que se dan dos efectos. El primero es la gente que se ha enganchado a este deporte por el hecho de correr en sí. El tener una actividad en la que los esfuerzos sí tienen recompensa, y vas viendo claramente como evolucionas a medida que le dedicas tiempo y esfuerzo es una contraposición a lo que suele ocurrir hoy en día en la sociedad, donde no siempre los esfuerzos son valorados. Donde no pasa como en las películas, que el bueno siempre gana. En este sentido, es lo que cuentas en tu entrada.

    Pero creo que hay otro tipo de gente que a lo que se ha enganchado es a las carreras. Y creo que está más orientada a la parafernalia que rodea la carrera, al ambiente, a la competición... Ojo, que no digo que sea malo.

    Yo he jugado durante muchos años al fútbol y al baloncesto (he practicado otros deportes, pero no he estado federado). Me imagino que muchos también hemos quedado a echar pachangas con los amigos los fines de semana. Pero cuando te apuntas a una competición, o te federas, es diferente. Es más serio, por así decirlo. Que si la equipación (ya no vale ir de cualquier manera), tener árbitro, jugar con unos contrarios a los que no sueles conocer, una organización que se ha preocupado de la logística para que tú puedas estar ahí (lógicamente porque has pagado) y el ambiente que se respira en la propia competición te hace sentir... diferente, importante, parte de algo.

    Normalmente, para ser partícipe de este tipo de experiencias, tienes que integrarte en un equipo, tener un calendario de competición, es decir, adquirir un compromiso en cuanto a tiempo y esfuerzo que mucha gente no puede hacer ya sea por tiempo o por ganas.

    A lo mejor son prejuicios, pero no veo a una señora de 60 años, ama de casa de toda la vida apuntándose a un equipo de fútbol o a una competición de pádel. Pero esta misma señora, con otra amiga, con su nieto, con su marido o ella sola, si ha empezado a salir al parque de vez en cuando y a empezado a correr a su ritmo, puede liarse la manta a la cabeza apuntarse a una carrera de 5k o 10k y, a su ritmo, terminarla y sentir estas mismas experiencias. De hecho, creo que últimamente en las carreras se ve un tipo de corredor que, a priori, no pensarías que se apuntaría a un 10km.

    ResponderEliminar