miércoles, 28 de septiembre de 2016

Maratón de Berlin 2016 - La Crónica

Hace bastante tiempo que no me asomaba por el blog ni para revisarlo ni para escribir nada. Supongo que el afán de notoriedad desapareció hace tiempo y que el intento frustrado de generar cierto grado de tráfico fué suficiente para que me plantease publicar de forma más espaciada, centrarme solo en las crónicas o incluso plantear otro tipo de contenidos.

Pero abandonar las sanas costumbres llevan a la pereza, la pereza al abandono y eso ha terminado suponiendo un parón de 15 meses en los que no he escrito nada, pero en los que, por supuesto, he seguido con mi vida atlética de forma habitual y más o menos en la misma línea.

Sin ir más lejos en ese periodo de tiempo corrí el Maratón de Madrid 2016 con marca de 3:00:12, la temporada completa 2016 de 10 km en la capital con marca acreditada para la San Silvestre Vallecana Internacional y un puñado de medias con marcas por debajo de 1:27, así que no ha sido un espacio en blanco sino que ha sido un periodo de silencio.

Una vez justificado el parón del blog diré que si me he animado a escribir esta crónica ha sido por una escasa pero sincera y entusiasta aclamación popular, así que todo lo se escriba a partir de ese momento se debe a sus cariñosos ánimos para que siga adelante con el blog.

Dicho esto, situémonos en el mes de enero de 2016 momento en el que me envían el email donde se me informa que la inscripción de mi equipo de tres componentes ha sido aceptada para correr la 43 edición del Maratón de Belín. 

Como todos los que corremos maratones tengo un grupo con unos amigos que, esperanzados, siempre realizamos inscripciones a todos los mayors para ver si suena la flauta en el sorteo de las inscripciones y no tener que pasar por el sangrante yugo de las agencias de viajes especializadas, por lo que cuando me llego el email tardamos poco más de 3 horas en tener realizado el pago de los dorsales, reservado el hotel y pagados los vuelos.

Una histeria febril nos llevo a hiper eficiencia y conseguimos cerrar el viaje a Berlin con estancia de 2 noches por el precio de 800 euros para 3 personas, es decir unos 270 euros por barba. 

¡¡¡BRUJERÍA!!!

Diréis algunos... Pues nada más lejos de la realidad. El dorsal tenía un coste de 90 euros por cabeza, pillamos la inscripción básica sin camiseta, sin cortavientos, sin camiseta de finisher, ni taza, ni leches, solamente inscripción y medalla. El hotel fue un hostel de mochileros en el centro de Berlin a escasos 10 minutos de la salida/meta del maratón en una habitación compartida por los 3 al coste de 134 euros las 3 noches, lo que nos suponía unos 50 euros por cabeza y el vuelo con Iberia Express y Air Berlin nos salió por 130 euros por cabeza ida y vuelta.

Así pues a primeros de enero ya estábamos conjurados para el 25 de septiembre entrar en el Olimpo de los dioses y juramentados para que, pasase lo que pasase, todos terminasemos ese día por debajo de las 3 horas.

Como bien se dice, la ocasión la pintaban calva y estábamos motivados y con margen de sobra para afronta reto en tiempo y forma.

La planificación específica para el maratón la empezaría por junio de ese año, pero entre enero y junio me organicé para correr Madrid en 3:00:12 y para acreditar doblemente la marca para la San Silvestre Vallecana Internacional con dos sub 38 en la Carrera del Agua y en la Carrera Norte contra Sur. Vamos, que estaba como una puta moto. Quizás demasiado.

La carga de entrenamientos puede que me pesase un poco mentalmente, llevaba un año a tope y había cambiado de lugar de residencia y de entrenamiento. Había dejado mi carril bici en Monte Carmelo y sus interminables kilómetros en todas las direcciones para encerrarme en El Retiro, que a pesar de estar muy bien no tiene un recorrido de más de 5 km y es, quede esto entre nosotros, un sitio un poco coñazo para entrenar.

Por lo que cuando en Junio empezaba con las rutinas y el plan de entrenamiento estaba un poco cansado por no haber descansado y un poco hasta los huevos del sitio en el que entrenaba.

Si a esto le sumamos que mi santa esposa le gusta salir un par de días a la semana a correr en verano me sitúa en la línea de salida con 3 días de entrenamiento entre semana más la tirada de carga los sábado. Eso son pocos días de entrenamiento para cargar los kilómetros adecuados para templar cuerpo y mente para atacar sub3, por esa razón me centre en realizar entrenamientos de calidad en vez de centrarme tanto en la carga de kilómetros.

Este tipo de entrenamientos ya me había ido bastante bien en mis dos últimos maratones (3:00:2 y 3:00:12), reduciendo kilómetros y mejorando calidad, pero claro una reducción de kilómetros en la que mantenía unas rutinas de 4+1, no de 3+1.

El otro factor en contra que he tenido que enfrentarme estos meses de entrenamiento ha sido el insoportable calor que hemos tenido en Madrid a lo largo de todo el verano. A pesar de salir a correr a las 6:20 de la mañana muchos días veía mientras subía al Retiro temperaturas de 25 y 26 grados.

Entrenar con ese calor es una putada, porque no puedes darlo todo y porque los resultados de los entrenamientos pueden confundir bastante. Por lo que llegue a desesperarme. No me salían los ritmos, no me salían los miles, los cambios de ritmo eran un puto desastre y la verdad es que al albur de dichos resultados empecé a moderar las expectativas de cara a Berlin. Si, iría a correr, lo daría todo, pero intentaría disfrutar del maratón. Porque estaba claro que no iba a bajar de las 3 horas y si seguía entrenando a ese ritmo sin que me saliesen las cosas bien iba a terminar rayándome.

Así que a partir de ese momento continué con el entrenamiento pero de forma más relajada y tranquila, esforzándome, pero ya sin la presión añadida del resultado. Lo cierto es que ya fuese por la eliminación de la presión o porque ya me había acostumbrado al calor, empezaron a salir mejor las cosas y algunos de los test empezaron a dar resultados más positivos.

Comentando con Juan y Antonio, los amigos que me acompañaban a Berlin, me comprometí con ellos a hacerles de liebre hasta el kilómetro 30 y ponerles en allí en 2:05, tiempo de sobra para que ellos atacasen de forma solvente la prueba en menos de 3 horas.

Y en eso centre el entrenamiento. Las tiradas largas de 2 horas me salieron de 27 y 27,5 kilómetros por lo que era más que factible que pudiese cumplir mi cometido gracias a la fuerza que da correr al lado de un amigo junto con un dorsal y compromiso.

Y a final principios de septiembre sucedió la catástrofe.

El fin de semana del sábado 11 de septiembre, por la mañana, hice mi última tirada larga. Un test de media maratón a ritmo de carrera que firme con un muy interesante tiempo de 1:27. Estaba super satisfecho y así se lo manifesté a mis colegas, porque estos entrenamientos levantan el ánimo, dan confianza y rellenan el espíritu de esa fuerza que nos hace capaz de asumir retos muy por encima de nuestras posibilidades. Veía color y posibilidades.

Al día siguiente Antonio y Juan tenían sus últimas tiradas de 30 km. Habían seguido, sobretodo Antonio, un durísimo entrenamiento con menús semanales de hasta 100 kilómetros (cuando yo las que más kilómetros hice tenía 74) y venia como un puto avión de fuerte. Había realizado entrenamientos salvajes con rodajes largos entre semana de 19 km a ritmos de 4:10, miles progresivos de 3'50'' a 3'30'' y gracias a eso y que les habían ido saliendo las cosas venían con toda la confianza del mundo para poder cumplir el reto de bajar de 3 horas. El domingo a media tarde, al no tener noticias suyas ni de su  entrenamiento, le preguntamos por el wassap en plan cachondeo que qué había pasado con su entrenamiento, que seguro que había sido una mierda y que había pinchado y le acusamos de ser un piltrafilla y un flojo.

La respuesta a nuestras chanzas fue una imagen de un pie escayolado y la explicación de que cuando iba por el 25 a buen ritmo y con los tiempos controlados, había realizado un quiebro raro para esquivar a unos que venían en bicicleta y en un bordillo se había caído. El diagnostico era que se había roto el 5º metatarsiano del pie y que tenía que llevar 90 días la escayola y luego 2 meses de recuperación sin correr.



He tenido mucha suerte y no he tenido que enfrentarme a grades dramas personales a lo largo de mi vida y os juro que hasta ese momento no me habían dado una noticia que me dejase tan impactado. Me quede roto interiormente y todavía noto como se me arrugan las tripas cuando me acuerdo de todo lo que se me paso por la cabeza en ese momento.

Para alguien que no corra esto es una enorme putada, una desgracia, un acontecimiento desaventurado que hay que afrontar con entereza. Pero solo un corredor de verdad puede llegar a entender la magnitud de este acontecimiento, tanto para Antonio como para nosotros.

La sensación de vacío cuando asimile la noticia fue como si me hubiese alcanzado la onda expansiva de una bomba, como un impacto de silencio que me golpeo haciéndome sentir, por simple empatía, todo el dolor mental y toda la frustración que en ese momento estaba experimentando mi amigo.

Para este tipo de noticias nadie te prepara porque parecen inexplicables y la verdad es que estuvimos bastante tocados mentalmente durante unos días con la noticia. No obstante los días siguieron pasando y a pesar de que nuestro entusiasmo había desaparecido, los entrenamientos iba cayendo y el día 18 Juan y yo teníamos el test de los 10 km de Madrid corre por Madrid.

Y la verdad es que la prueba arrojo un resultado excelente para los dos. Juan hizo 38:31 y yo firme un 38:02 que nos ponía a los dos de dulce de cara a la carrera. O por lo menos para poder afrontar los ritmos que inicialmente teníamos en mente de cara al maratón.

Si a esto le sumamos que también hice el test de 2 x 6000 de Gavela en el que me salió el primer 6000 con un tiempo de 24'31'' y el segundo de 23'22'', me situaba con una marca posible de cara al maratón de entre 3:00 y 3:05, y la verdad es que todo me sonaba bastante bien.

Y hasta aquí un poco la primera parte de la crónica o lo que viene a ser la puesta en antecedentes de las circunstancias y condiciones en las que llegaba a Berlin.

Resumiendo: cansado y un poco tocado mentalmente, pero con las dos últimas semanas con resultados sólidos y esperanzadores de cara a poder plantearme una carrera fuerte y quién sabe si con posibilidades de bajar de 3 horas. Es posible que si hubiese sido realista me habría dado cuenta que pensar eso era venirme un poco arriba, pero siempre he sido de la opinión de que al maratón hay que enfrentarse con valentía y no guardando.

Así y todo, el jueves 22 por la tarde estaba tan tranquilo en la cama cuando me llega un wassap con el siguiente mensaje:

"Tío, estoy jodido, mi hija me ha roto el DNI y tengo el pasaporte caducado"

No me lo podía creer, Juan no tenía documentación para poder pillar el vuelo y tenía que irse el mismo viernes a las 8 de la mañana al aeropuerto para sacarse el pasaporte de urgencia en la comisaria y poder volar porque si no se quedaba en tierra.

Así que ya sabéis. Tip nº1 para viajar al extranjero, revisar con un par de semanas de antelación el DNI y el pasaporte por si acaso. Porque si no os puede pasar como a Juan que casi no durmió esa noche pensando que se quedaba en tierra por una gilipollez.

Afortunadamente el tema se soluciono sin problema y el viernes solvento el incidente con nuevo pasaporte y con el único coste personal de tener que pasar 5 horas extra en el aeropuerto, porque estaba claro que llego allí las 8 de la mañana para solucionarlo cuando el vuelo salía a las 13:00 (+ 1 de retraso).

El vuelo a tierras germanas fue placido y sin incidente. Con hambre por la mala hora de salida que era a las 14:00 y tuvimos volar 3 horas sin comer, pero bueno, tampoco íbamos a quejarnos demasiado. Siempre teníamos la opción de dejar que nos atracasen en vuelo y comprar algo del catering del avión, pero las birras que nos habíamos tomado en el aeropuerto mientras esperábamos fueron suficientes para que aguantásemos.

Uno de los errores que cometimos a la hora de planificar el viaje no el desplazamiento del aeropuerto al hotel, es más como de los billetes del avión no me había encargado yo, ni siquiera sabía a qué aeropuerto llegábamos, ni si estaba lejos o cerca de la ciudad, si había metro ni nada.

Inicialmente hay un autobus desde el aeropuerto al módico precio de 2,50 que te lleva hasta la Alexander Platz en el mismo centro de Berlin, pero nos quedaba un pelín a desmano y cómo íbamos con hambre, y estábamos un poco hasta los huevos, decidimos ir en taxi al hotel.

El precio del taxi fueron algo menos de 20 euros desde el aeropuerto hasta nuestro hotel, lo que es bastante razonable y dimos por bueno. No obstante y ya para cuando planificamos la vuelta vimos que el autobús tenía una parada a escasos 300 metros de nuestro hotel. La próxima supongo que lo miraremos porque realmente el autobús funciona de puta madre y tiene una frecuencia cada 5/10 minutos durante todo el día.

El hostel era eso... Un hostel de mochileros. Un semisotano remodelado con habitaciones que podríamos calificarlo de justito para los standares de la hostelería española. No obstante la habitación estaba limpia, seca y  luminosa. La WiFi del hotel nos llegaba correctamente y las dos literas eran más de lo que necesitábamos para los dos que éramos, así que el precio y la cercanía a meta y salida compensaban lo demás.

Fue dejar las cosas en el hotel y salir a comer algo. Un paseo de escasos 10 minutos nos llevo a los pies de la Puerta de Brandenburgo en donde la organización del maratón ya tenía una fan zone organizada y en donde se podía comprar birra a buen precio, comidas típicas alemanas (salchichas, pretzels, etc) y varios puestos de comida italiana (pizza y pasta), el spot perfecto y soñado por los corredores que van a un maratón, un sitio de referencia en el centro al que poder ir a comer pasta a buen precio y beber cerveza tranquilamente  en la zona en la que la gente se mueve para turistear y ver la ciudad. Un acierto y una nota de calidad para la organización.

Esa tarde la pasamos tranquilos por allí y ya puestos directamente nos fuimos a cenar a un restaurante local. Más salchichas, más cerveza y carne de ciervo. Comentaros que allí anochece antes que en España y que a las 7:30 de la tarde parecen las 10, por lo que en cuanto os despistéis un poco vais a encontrar los sitios bastante llenos.

Tras un largo día llegamos al hostel pronto y por lo que a mi respecta tarde bastante poco en plegar y quedarme sobado. El miedo que tenia al estar en un hotel de gente más joven era que pudiesen despertarnos o molestar por la noche, pero eso quedo totalmente descartado, porque no oímos un puto ruido. La única nota negativa es que por allí no usan persianas y si sois como yo de los que les molesta la luz a la hora de ir a dormir, vais a tener ese pequeño problema.

Al día siguiente, bien pronto salimos en dirección a la feria del corredor para retirar los dorsales y todo lo necesario para lo de la carrera. Estábamos en la calle sobre las 9:30 y nos fuimos a buscar un sitio para desayunar y… Realidad numero de 2, Berlin no es España y allí no hay bares cada 50 metros.

Dimos una vuelta bastante hermosa sin encontrar un sitio decente donde desayunar con calma y afortunadamente en la puerta de la feria vimos un hotel y decidimos desayunar allí en el bufet libre. No voy a explicar lo que hay en un bufet libre de un hotel, solo diré que como buen español exprimí cada euro de los 16 que me cobraron por desayunar allí. 

Y tras eso fue rodar la calle y llegar directamente a la feria. 

Y oiga, una maravilla. La afluencia de gente era incesante y ya eran casi las 11 de la mañana cuando entramos, por lo que aquello estaba petado. Pero fue super rápido y sin una sola cola o aglomeración.

En primer lugar te ponen una pulsera de tela termosellada que te acredita como corredor. Esta pulsera es fundamental ya con ella vas a poder entrar en la zona de salida al día siguiente, si la pierdes o se estropea no te van a dejar entrar y fui testigo de algún corredor que, con su chip y su dorsal, tenía problemas para que le dejasen entrar por no tener dicha pulsera, por lo que hay que estar atento a que te la pongan bien.

Después de ponerte la pulsera, pasas por la zona en la que te dan la bolsa del corredor, transparente con asas tipo mochila, que es la que tendrás que llevar al día siguiente para usar en el ropero, y varios obsequios (un gel de ducha de Adidas, un sobre de isotónica, galletitas saladas, una esponja para el día de la carrera y varios folletos) y tras eso accedes a los mostradores en los que te dan el dorsal.

No están agrupados por números, sino que directamente accedes a uno de los voluntarios el cual revisa tu inscripción en la que viene con un código de barras, lo scanea, accede a tu inscripción y, tras comprobar el DNI, imprime tu dorsal y listo, ya tienes todo lo necesario.

A partir de ese punto accedes directamente a la feria del corredor, que es inmensa y una auténtica locura. El stand de Adidas con el merchandising oficial de la carrera es una autentica guerra, la gente se lleva las camisetas por decenas, no hay tallas y a pesar de que están constantemente reponiendo resulta casi imposible encontrar nada.

Así que tip nº 2 si realmente quieres comprar merchandising oficial de la carrera organízate para ir el primer día de feria a primera hora, porque sino tendrás problemas a la hora de acceder a todos los modelos y todas las tallas.

Juan quería una cortavientos de estas con cremallera y capucha y en el momento en que llegamos solo había tallas L y XL, nada de M ni S y eso pasaba con los 4 modelos de sudaderas que había. Lo mismo pasaba con las camisetas, de tallas grandes había de sobra, pero de las pequeñas resultaba prácticamente imposible encontrar nada. Y ojo no eran nada baratas, porque los cortavientos eran de 70/80 euros y las camisetas eran de 35/45 euros.

Afortunadamente le encontramos las dos últimas tallas S de cortavientos y camiseta a Juan y aunque no fue en el modelo que quería se quedo satisfecho por haberlas encontrado. Ironías del destino yo, que no me iba a comprar nada, tenía todos los modelos y todas las tallas disponibles. Ventajas de gastar una XL.

El resto de la feria pues como todas las ferias del corredor de maratones, pero 3 o 4 veces más grandes.



Terminamos con la feria a eso de las 13:00, hora perfecta para ir a la puerta de Brandenburgo y tomar unas cervezas con calma con unos amigos que también habían ido a correr el maratón. Y así pasamos la hora de comer entre pasta, cerveza y batallitas de corredor, hablando de ritmos, de estrategias a seguir, de anécdotas de algunos de nuestros éxitos y de los muchos “fracasos” que hemos tenido como corredores. 

Molan esas charlas porque aunque te la cuente una persona a la que acabas de conocer te ves reflejado en ellas. Todos conocemos el sabor del muro, de cómo sabe cuando te estampas contra el y todo se va a la mierda y también de cómo te sientes cuando consigues vencerlo y te sobrepones a toda su dureza, logrando el éxito y la victoria.

Aparte todos sabemos que en el rosario de cuentas que son nuestros maratones, la mayoría tienen tonos opacos, pero son perlas sin brillo que llevamos orgullo y que son el marchamo de nuestra experiencia.

Es más, creo que el corredor que ya ha cristalizado, el que tiene experiencia y kilómetros de sobra en las piernas, termina disfrutando más cuando habla de sus tropiezos que de sus éxitos. Los éxitos aunque, sean los que más brillan, indican que todo salió bien y que la suerte terminó jugando a nuestro favor, mientras que los fracasos muestran la fortaleza que tuvimos que tener para sobreponernos al dolor y a situaciones límites y los llevamos con el orgullo de las cicatrices obtenidas en batalla.

El caso es que estuvimos de charla hasta casi las 4 de la tarde, hora a la que cada cual terminó enfilando a sus hoteles para pasar la tarde con las piernas en alto descansando. Nosotros estábamos de suerte porque teníamos un restaurante italiano a 30 metros del hotel y cuando volvíamos nos paramos y reservar mesa para por la noche nos dijeron que no nos preocupásemos y que no tendríamos problema a la hora de cenar.

Como plan especial para la tarde del sábado, había realizado una reserva para la visita a la cúpula diseñada por Norman Foster para el Bundestag. Una bonita visita de unos 20 minutos y que permite ver de forma panorámica Berlin. La entrada es gratuita y se puede reservar online. Comentar que yo me equivoque un poco por la hora, reservé a las 8 de la tarde y eso ya para Alemania es noche cerrada, por lo que las vistas, a excepción de los edificios iluminados, desmerecen un poco. Si vais y queréis reservar creo que la mejor hora para subir debe ser más o menos a las 6 de la tarde.

Pero bueno, tras la visita, a eso de las 9 estábamos cenando el tradicional plato de pasta y una pizza. Yo ya de cerveza estaba hasta los huevos, así que opté por beberme dos botellas de agua y terminar de hidratar el cuerpo.



A las 10:30 estaba en la cama y no creo que tardase más de 10 minutos en dormirme. 

Pase la noche casi del tirón si no hubiese sido por las 3 veces que tuve que levantarme a mear por el exceso de liquido en el cuerpo. A las 6:15 de la mañana sonó el despertador y con calma desayunamos en el cuarto.

Yo siempre llevo unas galletas caseras que me hace mi mujer de con avena, crema de da cacahuete, almendras, chocolate y varias historias más que siempre me han funcionado de puta madre. Eso junto a un batido de chocolate, un plátano y una botella de medio litro de agua es todo lo que necesito para estar a punto.

Estaba en silencio, concentrado, intentado prepararme para la carrera. Siempre tengo una doble sensación de miedo y euforia justo antes de la carrera. Miedo porque sé lo que se me viene encima, los kilómetros, el tiempo corriendo, el ritmo elevado, el esfuerzo, el desgaste... Parece que no, pero si te pones a pensarlo con detenimiento te entran ganas de salir corriendo en dirección contraria a la salida para no tener que hacerlo.

Y por otro lado está la euforia de saber que puedes con todo eso, que estar en la salida es un premio a los meses de entrenamiento, a los madrugones, a todos los esfuerzos realizados, notas como la confianza atesorada a lo largo de los entrenamientos te da fuerzas, como todos los ánimos y aliento de los amigos y compañeros grita a cada una de las células de tu cuerpo que vas a hacerlo y que vas a conseguirlo y notas como la adrenalina que inunda tus venas te convence de eres capaz de todo y que estas plenamente preparado.

Está claro que hablar de sensaciones es algo que es difícil de explicar, pero estoy seguro que todos los que se han tenido que enfrentar a un maratón entienden lo que estoy diciendo. Pero también tengo claro que tuviesen que explicar las sensaciones que tienen ellos usarían otras palabras completamente diferentes, pero que serían exactamente igual de comprensibles por otros que fuesen corredores.

La mañana era perfecta. Una agradable temperatura de unos 14 grados a las 7:15 de la mañana, cielo despejado, sin viento. Es decir, 0 excusas para darlo todo, ceñirte al plan y lograr el objetivo que cada cual tuviese en mente.



Yo personalmente me había auto impuesto seguir con el plan inicial que tenia para la carrera. A saber, tenía que pasar el km 30 por debajo de 2:05 que era mi compromiso con Antonio y ese sería mi silencioso homenaje a su ausencia. Sabía que el iba a estar pegado al teléfono desde el momento en el que diesen la salida y no podía defraudarle.

El acceso a los cajones de salida fue muy cómodo, yo estaba en el cajón C (marcas acreditada inferior a 3 horas) y la verdad es que no encontré nada de aglomeraciones. Me sorprendió que no fuesen muy estrictos en el control de entrada para acceder al cajón y aunque fijándome vi algún listillo que se había colado, la mayoría de corredores iban con su C en el dorsal.



Y empezó la cuenta atrás con todo su correspondiente espectáculo. Primero la salida de los handbikes, luego la presentación de las atletas de élite y luego el apoteosis con la presentación de Kipsang, Bekele y compañía.

Y tras eso, los últimos dos minutos de preparación. Para aquellos que habéis estado en una salida de una gran carrera sabréis la sensación de hermanamiento que hay en el momento de la salida de un maratón, la explosión de sensaciones indescriptibles que tienes en esos dos minutos. Estas completamente rodeado de gente, apiñados, a la espera del pistoletazo de salida, con sus organismos funcionando al 110% y segregando adrenalina sin parar, algunos se abrazan, otros lloran, algunos saltan, otros rezan... Mires donde mires ves cosas completamente diferentes y llenas de sentimiento ya que cada uno se enfrenta a eso en solitario siguiendo su propio ritual y rodeado de sus anónimos compañeros de batalla.

Todo se despeja cuando dan la salida y el tropel empieza a moverse. Todos enfilamos trotando poco a poco hacia el arco de salida mientras se te va la mirada al cielo y ves los cientos de globos que han soltado. Pasas por debajo del arco, activas el crono y empiezas a correr.

El cuerpo me iba tan sobrado que hice el primer kilómetro a ritmo de 3'50'' sin ni siquiera enterarte. 

Yo salía hombro con hombro con el globo de 3 horas y rápidamente me integré en un grupillo que me parecía que llevaba un ritmo bastante ajustado a mi plan de carrera. Y que he de decir que me llevó volando.

Viendo ahora los parciales de carrera no baje de 4'10'' hasta el kilómetro 25. Los pasos por controles iban clavados 20' por el 5, 40' por el 10, paso por el 15 en 1:01. Todo un pelín rápido para el plan de carrera que tenia, pero las cosas iban suaves y no me sentía incomodo. Solo alguna molestia en los cuadriceps, pero nada alarmante.



El paso por la media en 1:26:13, impecable (Bueno no mintamos, un minuto por encima de lo que quería). Siempre me he aplicado la formula de que un maratón es (el paso por la media x 2) + 5' de perdida en la segunda parte. Vamos que estaba con posibilidad de hacer alrededor de 2:57. 

El caso es que cuando llegué al 25 note como las piernas estaban un poco cargadas, vi como mi grupo de referencia se iba distanciando muy poco a poco, 5 metros, 15 metros... Intentaba apretar un poco pero los esfuerzos no eran suficientes y tampoco quería forzar más de la cuenta, quedaba mucho por delante y las cosas iban bastante bien, era hora de refugiarme en mi entrenamiento y usar la cabeza.

El paso por el 30 lo hice en 2:04:06. Había cumplido mi misión y mi objetivo para con mis compañeros. Desgraciadamente no tenía a nadie a mi lado con quien celebrar que estábamos donde queríamos y en el momento en que queríamos, y lo peor de todo es que notaba como las piernas empezaban a estar más cansadas de lo normal y en mi mente entró el Grinch de la derrota.

Aun así, lo tenía todo de cara, iba con tiempo de sobra para poder hacer 12 km a un cómodo ritmo de 4'40'' pero en mi mente empezó la batalla del muro. El peso de anteriores situaciones similares empezó a lastrar mis piernas y empecé a luchar contra mi mismo.

Veía como muy poco a poco iba bajando el rimo pero me defendía bien. El paso por el 35 fue de 2:26:12. Iba perdiendo segundos poco a poco, pero aún así seguían cayendo los kilómetros por debajo de 4'30'' y ese ritmo me situaba en meta por debajo de las 3 horas.



El 35 fue el último kilómetro que hice en condiciones. A partir de ese momento las piernas petaron y llegó el dolor. A partir del 37 ritmo empezó a caer en picado, 4'35'', 4'40'', 4'48'', 4'54'', 5'13'', 5'21'', zancada a zancada veía como me iban pasando corredores. Veía como la gente me pasaba apretando los dientes para llegar a meta por debajo de 3 horas y yo intentaba engancharme, pero las piernas no podían más.

Y cuando las piernas no andan, poco se puede hacer. Los últimos kilómetros los hice mirando al suelo y levantando la cabeza en cada curva para ver si conseguía ver en ese giro la Puerta de Brandengurgo al fondo, pero nada. Seis giros hay en los últimos 2 kilómetros y seis veces se me vino el mundo al suelo al no ver la meta al alcance de la mano.

Os juro que cuando vi caer las 3 horas en el reloj sentí cierto grado de liberación, no sé si porque así ya no tenía que intentar seguir apretando o si porque ya era consciente que veía la meta al fondo y estaba tan jodido que me daba igual el tiempo y que lo único que quería era terminar de una vez y pararme.

Es muy triste entrar en un maratón pasadas las 3 horas. Porque ves a todos los cabrones que te han adelantado y que han conseguido bajar mientras que tu no lo has conseguido, quedándote a las puertas... Tres maratones consecutivos llevo dándole al larguero 3:00:02, 3:00:12 y ahora 3:01:33. Y aunque me consuelo pensando que en su día hice 2:55 y que ya tengo mi marca, no dejo de pensar que tal vez no se sufrir lo suficiente y que por pura falta de esfuerzo se me ha escapado la marca 3 veces seguidas.



No obstante ese escozor llega pasado un tiempo, en el momento de llegar a meta no existe. Estaba feliz por haber podido parar de correr y descansar un poco. Tambaleándome me pusieron la medalla, te dieron la bolsa de avituallamiento y me bebí una botella de agua con calma después haberte tirando por la cara unas 20 veces liquido a lo largo de la carrera.

En ese momento me invadió una profunda sensación de paz. Había sobrevivido a la batalla otra vez. Lo había dado todo y, siendo sincero, dentro de mi sabía que me había venido muy arriba pensando que podía bajar de 3 horas, así que la marca obtenida era bastante satisfactoria para el entrenamiento y el número de kilómetros realizados.

No obstante en ese momento no puede evitar empezar a realizar una pequeña auto crítica por el "fracaso" de haberme quedado a las puertas pero empecé a pensar en mi discurso de auto convencimiento y me digo a mi mismo que mido 1,91, peso 85 kilos cuando estoy a punto para competir, entreno solo, me preparo solo mis planes de entrenamiento, no sigo dietas, no tomo suplementos alimenticios, estoy apunto de cumplir 40 años y llevo 5 años en la pomada de las 3 horas. Y entonces me doy cuenta que todavía me queda un poco de cuerda para seguir dando guerra y que tengo margen de mejora si busco ayuda en los entrenamientos, si empiezo a ir al gimnasio o cosas así.

Además la birra fría que me dieron en meta ayudo mucho para que todas esas cosas que se me pasaban por la cabeza me importasen una mierda y disfrutase al sol mientras llegaba Juan a ver que marca había conseguido.

Juan también se había encontrado con el tío del mazo allá por el 35. Finalizó en 3:14:13 y a pesar de haberle pegado un bocadito a su marca, creo que también internamente se quedo con las ganas de haber bajado un poco más.


Está claro que el maratón es así y que pone a todo el mundo en su sitio. Hay veces que es cruel, pero hay que reconocer siempre es justo.





Y eso si. Que no os quede a ninguno la duda que aun tenemos un asuntpo pendiente que quedará resuelto el año que viene. Salud y fuerza hermano!!!


9 comentarios:

  1. Es muy triste entrar en un maratón por encima de 3 horas?? jajaja

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    1. Para nada, pero quedarse a 3 segundos de bajar si que jode un poco.

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    2. Para nada, pero quedarse a 3 segundos de bajar si que jode un poco.

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  2. Qué bueno volver a leerte, Brother! Te dejaste en el tintero la crónica en la que iba a salir yo y eso escoció un poquito 😜
    ¡Una gran batalla! Enhorabuena

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  3. Qué bueno volver a leerte, Brother! Te dejaste en el tintero la crónica en la que iba a salir yo y eso escoció un poquito 😜
    ¡Una gran batalla! Enhorabuena

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. ¡Enhorabuena por la marca y por la crónica!

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  6. Esto es una crónica y lo demás tontería... ¿para cuándo el libro?... ja ja ja
    En fin, quédate con lo bueno, que no nos pagan por esto, y te quedan todavía algunos cartuchos por disparar.
    Enhorabuena!

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  7. Que bueno leer tu cronica...estoy a 1 mes de mi primer maratón en Valencia y tengo un canguele tremendo...con acabar me conformo con creces....para mí sois héroes tod@s.

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